Obra maestra del arquitecto catalán Antonio Gaudí, la Basílica menor de Barcelona es «un signo de esperanza para la Iglesia – explicó su rector, Josep María Turull – porque permite abrir incluso los corazones más cerrados, creando una grieta por donde puede entrar el Espíritu». Una realidad que se convierte en un fuerte presagio para el Año Santo que acaba de comenzar y que en la archidiócesis española arrancó el pasado 29 de diciembre en la Catedral de la ciudad