En la víspera de la apertura de los trabajos de la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Pontífice expresó su vergüenza por los pecados cometidos por la Iglesia, pidió perdón a Dios y a las víctimas, y subrayó la importancia de la reconciliación para restablecer la confianza.