En el Ángelus, el Papa se detiene en la multiplicación de los panes y los peces realizada por Jesús y explica que cuando reconocemos que tenemos algo bueno que dar y lo ofrecemos, aunque "sea muy poco comparado con las necesidades", Dios lo recibe y se hace "presente en medio de nosotro"». Sucede también en la celebración de la Eucaristía, dice el Pontífice, en particular cuando recibimos "el Cuerpo y la Sangre de Cristo, fruto del don de todos transformado por el Señor en alimento para todos".